Orígenes e instrumentación
La integración de las tumbadoras y el bongo en los conjuntos que tocaban son montuno fue un elemento fundamental en la instrumentación de orquestas de baile.
En los años 1930, los septetos y sextetos de son (que solo usaban bongó) eran muy populares en Cuba. Cuando Gerardo Machado prohibió el uso del bongó, las charangas (que solo usaban timbales) incrementaron su popularidad. La censura al bongó fue levantada a finales de los años 1930 por lo que fueron utilizados nuevamente en la música popular cubana.
Cerca de 1940, el «Conjunto Llave» de Rafael Ortiz introdujo las tumbadoras o «congas» en una orquesta, instrumentos que anteriormente solo se usaban en música folclórica afrocubana. Arsenio Rodríguez popularizó el uso de las congas al integrarlas a su conjunto, introduciendo el son montuno a nivel comercial.
En los años 1940, Mario Bauza, director y arreglista de la orquesta de Machito «Los Afro-Cubans», agregó trombones al son montuno y la guaracha. Estas innovaciones influenciaron a músicos como José Curbelo, Benny More, Bebo Valdés.En el álbum Tanga (de 1943), Bauza fusionó elementos de la música afrocubana con el jazz.
La influencia del jazz afrocubano y del mambo desarrollado por Pérez Prado en 1948, propició la introducción del saxofón en las orquestas de son montuno y guaracha. En 1955, Enrique Jorrín le agregó trompetas a las orquestas de charanga, que hasta ese momento solo usaban violín y flauta.
Ya para los años 1950, la música bailable cubana, es decir el son montuno, el mambo, la rumba y el chachachá, se constituyó en un elemento de gran popularidad en los Estados Unidos y Europa.
En la ciudad de Nueva York, el «sonido cubano» de las bandas se fundamentó en los aportes de músicos cubanos, puertoriqueños y dominicanos. Como ejemplo, podemos mencionar a Machito, Tito Rodríguez, Johnny Pacheco, Tito Puente o incluso figuras como el director catalán Xavier Cugat. Por otro lado, y ya fuera del círculo de Nueva York, grupos como la Orquesta Aragón, la Sonora Matancera y Dámaso Pérez Prado y su mambo lograron una importante proyección a nivel internacional.
El mambo fue influenciado por el jazz afrocubano y el son. Las grandes bandas de este género mantuvieron viva la popularidad de la larga tradición del jazz dentro de la música latina, mientras los maestros originales del jazz se circunscribieron a los exclusivos espacios de la era del bebop.
La música latina interpretada en Nueva York desde 1960 fue liderada por músicos como Ray Barretto y Eddie Palmieri, los cuales estaban fuertemente influenciados por ritmos cubanos importados como la pachanga y el chachachá. Después de la crisis de los misiles en 1962, el contacto cubano-estadounidense decayó profundamente.
En 1969 Juan Formell introdujo el bajo eléctrico en los conjuntos soneros de Cuba.
El cuatro puertorriqueño fue introducido por Yomo Toro en la orquesta de Willie Colón en 1971 y el piano eléctrico en los años 1970 por Larry Harlow.
En la década de los años 1970 se incrementó la influencia puertorriqueña en el ámbito de la música latina en Nueva York y los «nuyoricans» pasaron a ser una referencia fundamental. La palabra salsa para designar la música hecha por los «latinos» en Estados Unidos, comenzó a usarse en las calles de Nueva York a finales de los años 1960 y principios de los 1970. Por esta época, el pop latino no era una fuerza importante en la música que se escuchaba en Estados Unidos, habiendo perdido terreno frente al doo wop, al R&B y al rock and roll. En ese contexto, el surgimiento de la salsa abrió un nuevo capítulo de la música latina, especialmente en los Estados Unidos.
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